Prólogo: Derek
Odio y repulsión, solo eso
sentía por la vida que tenía que vivir.
Lujos por doquier, grandes
castillos, empleados que harían lo que fuera por cumplir con el más ínfimo
deseo que tuviese, suena como la vida perfecta para algunos, pero para mí era una
tortura. Era una vida vacía, familias rotas, envidia por doquier, todos son
enemigos, una vida así solo me provocaba asco, tristeza, dolor y sufrimiento.
Era un príncipe de un reino
inmortal, todos los súbditos y nobles eran siempre los mismos, nadie cambiaba,
o al menos no moría nadie por razones naturales. Siempre vivíamos bajo la
sombra de un posible asesinato contra algún miembro del reino, no importaba
cuantos guardias se tuviesen, siempre aparecía alguien muerto después de
alcanzar la mayoría de edad, un número tan grande de años que no cualquiera
calificaba para ser asesinado.
Traslum era mi hogar, el
castillo de mi padre se ubicaba en el
centro de la ciudad, todo estaba al alcance del poder familiar.
-Príncipe Derek, es la hora-dijo
un criado mientras realizaba una torpe reverencia.
Me levanté de la incómoda silla
en la que estaba sentado, la ropa formal que tenía que utilizar ese día
resultaba molesta, se apretaba en zonas donde no era necesario y en otras la
sentía grande, según mi madre esa era la vestimenta correcta, pero eso junto
con la horrible corona en mi cabeza solo me provocaban malestar. Ese día tenía
que asistir al baile para la nobleza de Hankierv, el gran lugar donde todos
vivíamos, divido en reinos para las distintas criaturas sobrenaturales que
cohabitan aquí.
La realeza vampírica ya estaba
aquí, y yo, junto a mis padres y mi hermano Christoph debíamos complacer sus
deseos, todos debíamos complacer a los reyes y la princesa Evangeline, conocida
como la salvadora y destructora. Mi opinión sobre las antiguas leyendas era
diferente a la de los demás, no me interesaba saber si eran verdad o no, las
leyendas y las predicciones de Cirenia me resultaban indiferentes, muchos me
consideraban escéptico.
Lentamente bajé los escalones
desde mi habitación hasta el salón principal, donde se encontraban todos los
invitados de esa noche. Al llegar me encontré con un grupo de aduladores que
solo buscaban el favor real, aparte a todo aquél que se me acercase demasiado
con palabras ensayadas frente al espejo, solo quería ser visto, cenar y luego
desaparecer discretamente, pero no resultaba sencillo cuando se era el
legítimos heredero al trono nefilim.
Los grupos de personas giraban a
mí alrededor, los intentaba evitar para lograr situarme junto a mi familia en
el palco real, pero me era difícil huir de algún grupo cuando otro ya estaba
esperando por mí.
Calculé que habían pasado cerca
de veinte minutos hasta que logré sentarme a la derecha del trono de mi padre,
en cuanto logré acomodarme en el asiento la reprimenda inicio, había llegado
tarde de nuevo, por eso debía recompensar al criado al que había logrado
convencer para que me avisase en cuanto llegara la familia real de los
vampiros, así había logrado evitar todo el desfile de nobles.
-Debería aprender a ser puntual,
cuando seas rey deberás cumplir con vuestra obligación y no permitir ser
irresponsable.
-Cuando sea rey lo intentaré y
si no lo logro siempre podré vivir en una cueva y dejar que Christoph
gobierne-respondí cansado de su intento por lograr que quisiera ser rey.
-Cuando vivas en una cueva y
Christoph reine volveré de mi tumba y quemaré Hankierv hasta que no quede qué
gobernar.
-Exageras, padre, no es gran
cosa, Christoph desea este mundo de riquezas y poder, yo solo deseo alejarme de
tanto aduladores que solo buscan el poder que nunca podrán tener.
-Derek, ¿qué puedo hacer con
esta actitud vuestra?
-Dejarla libre y que logré
cumplir su mayor deseo.
-No lo creo. Calla y sé cortés
con nuestros invitados.
-Siempre soy encantador con los
invitados aunque por dentro desee deshacerme de ellos e irme a dormir
plácidamente.
Escucho a mi padre rechinar los
dientes con tanta fuerza que parecía que se fueran a romper en cualquier
momento, siempre era lo mismo, él intentaba que yo quisiera ser rey, yo rechazaba
sus intentos con frases tan repetidas y trilladas que las podía decir hasta
dormido.
Siempre era lo mismo, mi vida
era una continua repetición del mismo día: cumplir mis deberes como príncipe en
contra de mi voluntad, aprender como ser un rey, rechazar el ser rey ante mi
familia pero pretender ser el perfecto heredero ante el pueblo y los nobles,
siempre lo mismo, pero todo eso iba a cambiar.
Ya no soportaba la misma vida
aburrida que estaba obligado a tener, necesitaba un cambio. El insomnio que padecía
había provocado que conociera el bajo mundo nocturno, mis continuas huidas a
mitad de la noche era desconocidas para casi todos, excepto algunos criados que
me ayudaban a escapar, los dueños de los lugares que visitaba, los cuales nunca
reconocían que era su príncipe, era simplemente imposible que la realeza
entrase a la zona roja de la ciudad, esa era una idea inconcebible para
cualquiera. Realmente nadie sabía a dónde iba cuando salía del castillo a media
noche, solo él, pero ese era su secreto, nadie lo sabría nunca.
Esos momentos a altas horas de
la noche, cuando los títulos no importaban, cuando todos eran desconocidos,
esos momentos eran los que lo hacían sentir vivo, esas pocas horas siendo un
total desconocido para todos a su alrededor, incluso para sí mismo lo hacían
sentir bien, libre. Por esos momentos de libertad cambiaría su riqueza, su
posición y poder, solo por poder esconderse en la invisibilidad de ser una
sombra en la oscura noche que se abría a mil posibilidades diferentes para aquellos
que sabían dónde y como buscarlas.
Así se pasaba su vida, deseando
un cambio, pero sin intentarlo realmente, escapando de su mundo conocido hacia
aquel del anonimato total. Un día lo intentaría, saldría de ese estúpido
castillo y nunca regresaría, moriría como cualquier otro, sin miedo, totalmente
libre.
Lo terminé de leer, me gustó. Dan ganas de seguir la historia. La felicito.
ResponderEliminarGracias, jajaja, sí, lo terminó :D Que bueno :D
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