jueves, 30 de abril de 2015

Hijos del Amor

Llevaba mucho sin subir algo de mis escritos por aquí, así que hoy les traigo esta historia, que la disfruten c:

Hijos del Amor
Cambio #0.2


Las palabras de nuestros líderes siempre han sido las mismas, definiendo cómo debemos vivir, cómo debemos actuar, dónde debemos existir. Ha sido así desde que tengo memoria; mismo discurso, misma ideología.
—Todos conocemos la historia y el porqué de nuestro modo de vida. —Empezó Dux Kirik, el representante masculino de este año—. Todos sabemos qué llevó a que nuestros antepasados se separaran y dividieran el mundo, con sus pocos sobrevivientes, bajo dos grupos. La historia es dura pero es la historia, nuestra historia. En un pasado se luchó por proteger los intereses de cada género, ambos tenían ideas distintas para salvar el mundo, ambos tenían razón. La Separación ayudó a que el mundo fuera un buen lugar donde vivir, un buen lugar para todos.
»Este día, como todos los años, el Cambio de un lado a otro es totalmente permitido, no habrán barreras que los detengan y serán bienvenidos. Las reglas de cada lugar son diferentes, y tendrán que seguirlas, pero es una decisión personal que todos son libres de tomar. Así que, todo aquél que desee cruzar la barrera será bienvenido a hacerlo. Ambas zonas tienen una forma de control opuesto, por lo que se les ruega que no tomen esta decisión a la ligera, reflexionen no solo ante lo que se van a enfrentar, también piensen lo que están por abandonar.
—Por favor —interrumpió Dux Dympna—, todo aquél que desee hacer el Cambio diríjase a la puerta a la derecha —dijo señalando una gran puerta negra con dorado que estaba un poco más atrás a la derecha—. Nadie será juzgado por su elección, todos son libres de vivir como quieran.
En este mundo hemos sido forzados a estar separados, dos sociedades que no se pueden visitar entre sí, que no se pueden hablar por temor a la influencia, ese enemigo tan malvado que puede destruir nuestro estilo de vida. O al menos eso es lo que creen y quieren hacernos creer los pocos que tienen el poder en esta sociedad supuestamente libre.
Miré directo a Dux Kirik, con su cara orgullosa, su altanería, su prepotencia. ¿Cómo es que las personas realmente aceptaron tenerlo a él como representante del lado masculino por todo un año?
Tiré de mi cabello teñido: blanco, gris, púrpura y lavanda, son tantos colores que las personas suelen distraerse viéndolo, y así es como me gusta. Prefiero que le presten más atención a mi cabello que a mi voz, que a mi presencia. Es una forma de ocultarme a la vista de todos, nadie realmente espera mucho de una chica que aparenta pasar horas cuidando de su cabello.
Moví la cabeza mientras las grandes se abrían con su tortuosa lentitud y vi al par que había tenido vigilados, los únicos que realmente sabían lo que sucedió esa noche, los dos testigos de la muerte de mi gemela. Kenneth y Declan. Vi cuando Declan tiró del brazo de Kenneth para hablarle, y el recuerdo de esa noche volvió a mi cabeza.
Leía tranquilamente en mi casa, estaba sola, como sucedía muy a menudo desde que mi hermano cambió y me dejó con una enorme casa solo para mí. El silencio se rompió abruptamente con los desesperados golpes contra mi puerta.
Me levanté de un salto para descubrir qué demonios pasaba y encontré a Kenneth con las mejillas manchadas de lágrimas y apestando a esa endemoniada sustancia que usaban para las armas de fuego.
—¿Qué pasó? —Kenneth no respondió, solo gimoteó mientras rompía a llorar de nuevo.
Lo hice entrar y le serví un té para que se calmara, cuando lo hizo, empezó con su relato:
—Meses atrás, no sé realmente cuánto, Jezebel conoció a Declan. —Asentí, conocía bien la historia entre Jez y ese chico.
Jezy había estado vagando por el muro, como hacía muy a menudo, cantando y buscando flores que luego llevaría a la floristería o a su casa. Según me contó iba cantando; entonces un silbido alcanzó sus oídos, alguien seguía su melodía y le daba musicalidad. Cuando me contó me pareció de lo más romántico. Dos almas solas encontrándose por algo de música. Fue Declan, el amor de su vida, según afirmaba, quien se acercó a ella, saliendo por una de las puertas que conectaban la tierra con el muro. Se sentaron a hablar en una habitación de tantas que se encontraban en el interior de la muralla. Cuando escucharon voces que indicaban el cambio de turno de Declan, Jez salió corriendo sin elegir un día para volverse a encontrar.
Desde entonces fue al muro y cantó su canción hasta escuchar el silbido que le indicaría que su amor la había escuchado. Lo cual sucedió un par de días después. A partir de ese día empezaron a verse todo el tiempo que Declan trabajaba en la cima del muro. Siempre a escondidas hasta que Declan pudiera Cambiar porque Jezy no iría de ninguna forma a vivir al lado masculino. Como el Cambio estaba a solo tres meses, Jez y Declan tendrían que dejar de verse hasta que ese día llegara y él pudiera pasar al lado femenino y estar con ella.
Una verdadera historia de amor puro. La forma en que los ojos de Jezebel se encendían cuando hablaba de él, cuando cantaba o tarareaba su canción, cuando pensaba en sus reuniones, era como ver dos soles reducidos metidos en su rostro. Todo combinado con esa sonrisa de todos los dientes y el rubor en sus mejillas cuando se le preguntaba en qué pensaba. Se veía tan hermosa, radiante, enamorada.
Pero la expresión de Kenneth me hizo cortar mis pensamientos; algo estaba mal, si no fuera así él estaría ahí con… con Jezy.
—Kenneth, dime, ¿qué pasó? —Mi mente recorrió todas las opciones fatídicas que podían existir, todo lo malo que pudiera pasar apareció en mi mente, pensamientos de dolor, pena y muerte—. Kenneth.
Él solo esnifó y sollozó. Oh, no. Oh, no. Oh, no…
—Debido al Día del Cambio —logró tartamudear entre sollozos y tragos de té—, Declan le dijo a Jeze que no debían verse, que esta noche sería su despedida temporal, pero… Oh, Jitka…
Su voz se rompió al decir mi nombre. No podía ser verdad, no…
—¿Está…? —No podía decirlo, no—. Kenneth, por favor dime que está bien, que… que…
Él solo negó con la cabeza y siguió llorando.

Esa noche hablamos por horas, me contó lo que pasó. Cómo Declan luchó por salvarla, cómo fue golpeado, cómo el mismo Kenneth tuvo que volver a tomar un arma, cómo Jezebel no permitió que todos murieran por causa de ella… cómo cayó desde la cima del muro junto al jefe del cuerpo de seguridad.
Pasamos llorando toda la noche hasta que nos quedamos dormidos por el cansancio y el dolor de cabeza. Pocas horas después llegaron mi madre y él con los ojos rojos e hinchados, los oficiales habían llegado a su casa con el cuerpo de Jezy, nuestra Jezebel, mi hermana, mi gemela, mi mejor amiga. En ese momento empecé a llorar de nuevo, sentí el brazo de Kenneth sobre mis hombros, me llevaba a mi habitación.
Mecánicamente nos cambiamos, Kenneth usó ropa olvidada por mi hermano y yo un vestido que Jezy me había regalado y que a menudo me quitaba porque simplemente quería usarlo.
Pasamos los días de esa forma. Actuando mecánicamente, recibiendo visitas, hablando el mínimo, durmiendo con horarios irregulares, comiendo poco o nada. Kenneth se quedó en mi casa por unas semanas, afirmaba que no podía volver a la casa que compartía con Jezy. Poco después se deshizo de ella, la cambió con algún amigo que entendía cómo se sentía y a quien siempre le había gustado esa casa.
Había sido los tres meses más dolorosos y largos nunca. Había perdido a mis dos hermanos, a mi madre solo le quedaba una hija. No tenía a quien llamar, con quien pasar el tiempo, con quien llorar porque el motivo por el que lloraba era que ya no la tenía a ella en mi vida. Que me la habían arrebatado injustamente por las estúpidas reglas que nadie seguía, pero que seguían empeñados en hacer funcionar a pesar de las protestas generales.
Ella murió luego de que se la arrancaran de los brazos a Declan, el amor de su vida, y a Kenneth su compañero y mejor amigo; ella murió luego de que pasara toda la tarde lamentando el estar separada de Declan por tres meses conmigo, pero al mismo tiempo se la veía tan feliz por poder disfrutar de una noche más con él. Esa tarde cocinó para Kenneth y para mí, esa noche se despidió con un abrazo porque ella no podía irse sin abrazar a las personas, porque esa era su forma muda de decir que amaba al mundo, porque así era como me reafirmaba que siempre estaría conmigo sin importar qué.
Ella murió por el odio de alguien más, ella murió como la víctima de un crimen injusto, ella murió por esas personas que toleraban que alguien más fuera feliz. Ella murió sin saber qué podría hacer por la sociedad, sin salvar al mundo como habíamos jurado hacer. Ella murió poco después de encontrar el verdadero amor, pero antes de poder tenerlo realmente.
Con la cabeza vuelta pude ver a Kenneth sonreír con tristeza y alejarse de Declan, quien tenía los ojos rojos e hinchados, quien se veía demacrado, como si no hubiese comido en semanas, como si no hubiese dormido en días; su piel estaba apagada, sus hombros caídos. Todo él gritaba dolor y pérdida tan fuerte que temí perder el control ahí mismo, sentí las lágrimas arder en mi ojos, pero prometí que no me rompería, prometí hacer esto, prometí sobrevivir este día a pesar de los recuerdos, del sufrimiento.
Me moví directo al área femenina con mi madre cerca detrás de mí. Miré el sol por unos segundos para secar mis lágrimas a la fuerza. Respiré hondo y le pedí a mi madre que me esperara por un momento, tenía algo que hacer antes de empezar con mi tarea.
Me acerqué a la zona de entrada y asignación por la puerta al área libre y esperé. Unos minutos después vi a un chico con gafas antiguas de cristal teñido atravesar la puerta y charlar con la chica a cargo de los nombres. Giré un poco y vi a Declan abandonar el escritorio detrás del chico de las gafas.
Caminé hasta él, quien perdió todo el poco color que le quedaba en el rostro.
—Kenneth te estará esperando al final de las estaciones. Soy Jitka, la her…
Él asintió, estaba claro que sabía quién era, cómo olvidar el rostro de tu amada, aunque este estuviera en el cuerpo de su hermana gemela.
—No te culpo por nada —dije, y me alejé, no podía decir nada más sin romper a llorar.
Sentí una mano en el hombro y me detuve, pero no me volteé.
—Gracias.
No fue más que un murmullo, tal vez ni siquiera lo dijo, pero apretó mi hombro antes de soltarme, su gesto era de disculpa, de dolor.
Yo no fui la única que perdió a alguien ese día, lo sabía, pero me resultaba difícil que alguien más pudiera sufrir tanto como yo sufría día a día. Respiré hondo para calmarme y alcancé a mi madre.
Ella me miró, y asintió corta y secamente. Continuamos nuestro camino hasta quedar cerca de la última estación del proceso de Cambio, la estación de Selección de Hogar.
Rápidamente encontró la mochila negra y las gafas oscuras que vio antes. Se acercó sigilosamente a la espalda del hijo de Dux Kirik y entonó:
—Mamá, ¿puedo tener una mascota?
—Jitka, ¿cuándo aprenderás modales? No son mascotas, son hombres.
—Claro, claro, lo sé.
El chico se dio la vuelta y se asustó al verme tan cerca. Todos sus papeles se cayeron, pero yo me apresuré a tomar solo su identificación, que él hiciera lo demás, lo único que ocupaba era saber su nombre de este lado.
Landon Kackzmarsk. Padres desconocidos. Por supuesto.
Sonreí levemente, el dolor por la muerte de mi hermana un llanto sordo en el fondo de mi mente, oculto por el momento mientras cumplía con mi deber.
—¿Entonces con quién vivirás, Landon Kackzmarsk?
—Eso es lo que quiero saber —contestó de forma cortante.
—Mamá, creo que adoptaré un perrito, un sucio y desinteresado cachorrito.
—Yo no soy un perrito, —Landon gruñó por lo bajo.
Fingí una sonora mordida.
—Y también muerde —me mofé.
Esto resultaría entretenido.
Miré rápidamente a Kenneth quien me observaba desde lejos. Él asintió y continuó con su camino, Declan a su lado con la cabeza baja.

Estaba segura de algo, una verdad irrefutable: los tres lamentaríamos por siempre la muerte de Jezy, los tres sufriríamos en silencio, con llantos, solos o acompañados el que nos la arrebataran prematuramente. Pero al mismo tiempo, no permitiríamos que algo como esto se repitiera, lucharíamos por vengar su muerte. Moriríamos por vengarla si era necesario.