sábado, 28 de septiembre de 2013

Prólogo: Georgina



Prólogo: Georgina

Rojo, rojo, rojo, como la sangre, rojo. Como la furia y el dolor que bañan mi ser.
—Mami, ¿dónde estás, mami? —La pequeña niña pelirroja susurró con voz temerosa.
—Aquí ya no está, no más. —La fuerte voz de él congeló a la niña de miedo.
Lentamente la pequeña se dio la vuelta para encontrarse a un alto hombre con las manos rojas, manchadas de sangre. La pequeña Georgina tenía miedo, pero a la vez estaba furiosa, ¿dónde estaba su mami para protegerla?
—¿Quién eres? —La fuerza de la voz de la pequeña hizo que el hombre riera.
—Dominick, mi señora, su fiel servidor.
Me obligué a regresar al mundo real, donde tenía cosas reales que hacer. Dominick estaba junto a mí y el vampiro, Arnau, se sentaba junto al sucio ser que llamaba su aprendiz. Íbamos en mi carruaje, el que había utilizado para llegar hasta la sucia y asquerosa ciudad mixta donde los había encontrado, y todo por encargo del Egocéntrico.
Empecé a jugar con mi vista, ese poder especial con el que había nacido, el causante de mis males, el “mal mayor”, como lo solía llamar en el pasado. Me puse a ver qué hacía el Egocéntrico en ese momento, a tantos kilómetros de distancia y podía ver claramente lo que intentaba hacer, porque parecía no lograrlo.
Simplemente estaba sentado frente a un escritorio grande. La biblioteca de mi mansión, ¿qué demonios hace ese idiota en mi casa?
Empezó a escribir en un papel con una pluma que estaba cerca. Si se acaba la tinta por puro gusto… “LOS ESPERO.”
Eso decía el papel en el que había escrito y me mostraba claramente. Idiota.
Tan sencillamente se dio cuenta que los estaba observando, lo cual no me pasa con nadie más. Bien, ya sé que tiene poder.
—¿Qué le pasa en los ojos? —preguntó Arnau refiriéndose tan irrespetuosamente a mí.
—Si le vuelve a hablar así, perderá su lengua y sus dedos también. —Dominick, siempre tan fiel y servicial, siempre sabe exactamente lo que quiero y sabe cómo conseguirlo por mí.
—Nada de su incumbencia —solté sin interés. Sabía que mis ojos se habían quedado grises, con la pupila indefinida tan amplia que casi abarcaba todo el globo ocular a la vista.
—Por supuesto. Uno más de sus secretos que no somos merecedores de conocer. Lo entendemos perfectamente, mis más sinceras disculpas en nombre de Arnau y de mí. —Axel, el más refinado de ambos, tuvo que rescatar a Arnau, cuyo rostro estaba rojo de ira. Irónico.
Solté una pequeña risita entre dientes por ver cuánto dependía Arnau del otro vampiro, cómo él tenía que salvar su cuello, estaba segura que no era la primera, y no sería la última, vez que Arnau era rescatado por el antiguo noble renegado. La vida está llena de ironía, cómica ironía.
—Dominick, querido, ¿podrías por favor vigilar todo mientras me voy un tiempo? Tengo algo que revisar con urgencia.
—Por supuesto, mi señora, tómese el tiempo que requiera, yo me encargaré de que todo esté en orden por aquí. Tenemos aproximadamente veinte minutos. Y, por favor, no se extralimite.
Dominick, el mismo ser que asesino a mi familia tantos años atrás ahora intentando que mi salud mental se mantuviera en buenas condiciones. Al parecer las ironías nunca acaban, nunca lo hacen, ¿no?
Regresé a mi vigilancia del Egocéntrico/Idiota que invadía mi casa. No se había movido de donde estaba cinco minutos atrás. Lo vi mover los labios, estaba claro que se burlaba de mí. Yo tenía el poder de la visión, no de la escucha, por lo que solo veía las imágenes en mudo. Ese idiota sabía desesperarme. Una sonrisa cruzó sus labios, estaba claro que sentía mi presencia, solo no entendía cómo lo hacía.
Empecé a cambiar rápidamente de estado. Él negó con la cabeza indicándome que aún me notaba. Pasé el resto del camino intentando lograr ocultarle mi presencia; usando menos energía, más energía… nada parecía funcionar.
—Mi señora.
—Es idiota —le respondí a Dominick enfada y me bajé a la fuerza del carruaje.
Caminé furiosa hacia la puerta frontal, la cual el criado se apresuró a abrir, al otro lado estaba nada más y nada menos que El Idiota.
—Fuera de mi casa —escupí.
—Bienvenida, Hada Roja, tan encantadora como siempre, nuestros invitados están cerca, cuidado. —Su voz era como la usada con un niño pequeño, toda dulce y falsa.
Recobré la compostura y me puse la máscara de “negocios”. Es hora del show.
—Arnau. Axel. —Dominick presentó a los vampiros ante nosotros y luego se quedó detrás de mí. Sus ojos atentos, su posición alerta, preparado para cualquier problema o situación.
—Les agradezco que hayan venido con nosotros hasta aquí de esta manera, por favor, adelante. —Con mi mejor sonrisa puesta, luché por no recluirme en mi dormitorio, lo cual necesitaba después de casi cuatro días sin dormir.
Los ojos de Axel, al igual que los de Arnau, estaban fijos en el Egocéntrico, ¿es necesario que siempre llame tanto la atención vaya a donde vaya? Supe que mis ojos seguían cambiando de color, la maldición de las hadas, siente furia y los ojos quedarán rojos, siente tristeza y serán como el hielo, y así. Solamente otra hada era realmente capaz de comprender todos los significados escondidos en los ojos de los demás. Entre hadas no son comunes los secretos, seguro por eso trabajo con nefilim y vampiros.
Podía saber lo que iba a suceder sin ser Cirenia, la sirena-bruja clarividente: alguno de esos dos tontos le va a pedir un autógrafo al Egocéntrico, y luego de esto él pasara jactándose de su maravillosa y terrible reputación con todos hasta que deseemos darle muerte de la forma más dolorosa posible. Como solía suceder, más a menudo de lo que me agradara.
Empecé a sospechar que la boca de Arnau estaba por abrirse, la verdad no le faltaba mucho.
—Eres… eres —tartamudeó Arnau como el gran estúpido que era.
—Jillian, sí. Y tengo una propuesta de trabajo.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Veritas ahora en GoodReads

Como dice el título, ahora Veritas puede ser encontrado en GoodReads (esa página mágica con todos los hermosos libros y toda esa información sorprendente). Sí, ahora estoy en GoodReads :D



Podrán encontrarle en este enlace: Veritas en GoodReads


viernes, 20 de septiembre de 2013

Hijos del Cambio Primer adelanto

Señoras, señores y papas... les presento el primer adelanto del libro 1 de la trilogía Cambio: Hijos del Cambio



"Capítulo 1
Día de Cambio


Los altavoces amplificaban la voz de Dux Kirik. Las personas, hombres y mujeres unidos, se aglomeraban en la zona libre para escuchar el discurso de los dos líderes par el Día de Cambio.
—Todos conocemos la historia y el porqué de nuestro modo de vida. Todos sabemos qué llevó a que nuestros antepasados se separaran y dividieran el mundo, con sus pocos sobrevivientes, bajo dos grupos. Este día, como todos los años, el Cambio de un lado a otro es totalmente permitido, todo aquél que desee cruzar la barrera será bienvenido a hacerlo. Ambas zonas tienen una forma de control opuesto, por lo que se les ruega que no tomen esta decisión a la ligera.
La multitud se removió nerviosa. Todo aquél que decidía Cambiar no lo comunicaba, su decisión era completamente secreta hasta el instante en que sucedía.

Dux Kirik miraba a su hijo único con cuidado, él estaba obligado a permanecer en la multitud, al igual que todas las personas libres. Únicamente los líderes, oficiales y trabajadores fijos tenían prohibido el Cambio sin previo consentimiento grupal. A la derecha de Dux Kirik estaba Dux Dympna, líder del lado femenino. Solamente los Dux tenían permitido estar sobre los demás a modo representativo el Día de Cambio."


¿Qué les parece? :D

sábado, 14 de septiembre de 2013

Nuevo Cambio...

Hola, les traigo esto solamente para antojarlos y dejarlos queriendo más (?) ¿No? Bueno, esa es la idea u.u

En fin, saben sobre mi nuevo proyecto, ¿no?
Bueno, es una nueva historia distópica, creo que será una trilogía así que se llamaría:

Hijos del cambio
Libro #1 de la Trilogía Cambio


Capítulo 1: Día de Cambio
Extracto: "Mamá, ¿puedo tener una mascota?" Jitka

Personajes principales: Landon Kackzmarsk y Jitka Sherrod

viernes, 6 de septiembre de 2013

Alma de sombras

Alma de sombras

Las parpadeantes luces azules del automóvil de policías iluminaban la estación de buses esa noche de calor, de verano, atrayendo todas las miradas de las personas alrededor. Los oficiales estaban deteniendo a alguien por pura rutina, nada serio, pero a ella eso no le interesaba, estaba concentrada observando el azul brillas incansablemente, de un lado a otro, de izquierda a derecha.
Lentamente los oficiales entraron a la camioneta y empezaron a avanzar hasta que un grito rompió la quietud, todos se apresuraron a llegar a la fuente de tal sonido, todos menos ella, quien se quedó esperando. Sabía lo que sucedió, solo esperaba, lo esperaba.
Sin ser notado por nadie más que ella, un ser de sombras y muerte se acercó a la chica con los ojos llenos de resignación, se sentó a su lado mientras el autobús que la llevaría a su cada aparecía.
Con paso lento, cansado, se acercó a la entrada, y en cuanto la puerta tapó al ser que la seguía sigilosamente, ella pensó un nombre.
Ella ya había aceptado su obligación, sabía que debía tomar estas decisiones a diario, un nombre por día, una vida que se iba. Había pasado tantos años, todo ese tiempo jugando a ser Dios, escogiendo quién moría y quién vivía, pero era el precio a pagar por tener a un ángel de la muerte como “mascota”, aunque no lo hubiese pedido. Claro que esta “mascota” podía actuar por cuenta propia, pero ella debía reclamar una vida diaria, y con esta vida quemar una parte de su alma.
Ella no podía morir mientras el “ángel” estuviese ahí, ni siquiera envejecía, para qué, eso solo la acercaba a la muerte que nunca llegaría.
Mientras esperaba sentada observando a un indigente por la ventana, una voz en su cabeza susurró que ya había terminado y que todo aquél a quien quisiera muerto podría hacerlo, las mismas palabras de siempre que le hacían sentir mucho más dolor.
Su dolor la llevó a recordarlo, ese hermoso chico de ojos verdes y lengua de miel, tan dulce, caballeroso y encantador, hermoso, perfecto. La primera vez que lo había visto había pensado que era molesto, arrogante, alguien que podía terminar en su lista de víctimas. Tuvo que llegarlo a conocer por varios meses para ver su error. Se había enamorado de él, de su bondadoso corazón, su contagiosa risa, la luz que parecía emanar de él; hasta que descubrió que tenía pareja.
Una chica común y sencilla, linda y cariñosa, no como ella, sensual y atractiva, misteriosa e interesante, diferente. Ella no entendía qué hacía él con esa chica tan ordinaria.
Su “ángel”, que parecía más un demonio, la impulsaba a acabar con toda vida molesta para ella, podría librar al mundo de las personas que no le gustaban. Ella sabía que no era la única con una “mascota” así, pero no sabía si esas otras personas sucumbían a la tentación o si la resistían y continuaban su camino.
Sin notarlo ya había llegado a su casa, bajó del autobús y caminó pensativa.
¿Alguien ya lo había hecho? ¿Era la primera? Matar a una humana para quedarse con su chico. Eso sonaba a un grave pecado, pero qué podía perder, además de su menguante sentido de humanidad.
Con fuerza se tiró a la cama, había perdido el apetito debido a sus pensamientos, tantas veces había considerado ya sus opciones: acabar con su vida y ganarlo a él, o salvarla y olvidar. Decisiones, decisiones. Ambas opciones tenían sus consecuencias, podía ganar un felicidad falsa y pasajera, o una real y magnífica, podía destrozar más su alma y nunca volver, ser una sombra como su “mascota”, tener un alma de sombras.
El sonar de su teléfono móvil la hizo despertar alterada, el mensaje era de él: “Son las 12:12, pide un deseo en 12 segundos y divídelo para 2”.
En un inicio no entendió, pero poco a poco el entendimiento la invadió. Miró la hora cambiar a las 12:12 y contó hasta 12 en medio de la noche:
Uno, morirá.
Dos, moriré.
Tres, moriremos.
Cuatro, no me importa.
Cinco, no mueras.
Seis, ¡oh ángel, mi ángel!
Siete, que no sufra.
Ocho, que no suframos.
Nueve, no quiero morir.
Diez, no moriré.
Once, no es verdad.

Doce, toma su vida.