miércoles, 27 de febrero de 2013

Capítulo I: Arnau


Capítulo I: 50 años después

Tanto tiempo había pasado, pero seguía sin arrepentirme por mis acciones, había cometido crímenes imperdonables, no tenía salvación, pero tampoco la buscaba.
Llevaba la vida que todo asesino a sueldo llevaría: alimentarme sin control, acabar con la vida de todos aquellos por lo que me pagaban, fiestas todas las noches. Poco a poco había mejorado mi población meta, había escalado las posiciones sociales con velocidad, el dinero podía abrir innumerable puertas, pero no las suficientes; Helcron seguía fuera de mi alcance, no podía encontrar la forma de poder entrar a la ciudad de los vampiros en Hankierv.
Todos en Dextor y Salmedra me temían, tal y como en Helcron, Traslum y Laria temían a J, en Dextor y Salmedra temían a Arnau, los dos asesinos más grandes de Hankierv, pero J seguía viviendo la vida de riqueza y poder protegido por el temor de los nobles a los que asesinaba. Lo odiaba, ese asqueroso asesino que no necesitaba más dinero para vivir pero seguía acabando con la vida de incontables seres.
Los “trabajos” llegaban a mí en la noche en forma de sobres sellados. Había cambiado de casa, pero los trabajos seguían llegando a la antigua granja, ahora abandonada, donde había masacrado a mi familia, por lo que me veía obligado a visitar la granja regularmente.
Abrí la puerta principal de mi antiguo hogar y encontré varias cartas desperdigadas en el suelo, había pasado dos meses en Salmedra cumpliendo con varios trabajos que tenía pendientes, no acostumbraba a viajar muy a menudo a Salmedra, por eso solo iba cuando acumulaba gran cantidad de trabajos en esa zona.
Me agaché y empecé a recoger los sobres de distintos colores. Cuatro, siete, nueve. Tenía trabajo que hacer.
Me enderecé y me dirigí a la segunda planta. Observé el pasillo con puertas a ambos lados, mi habitación se encontraba en la última puerta a la derecha. Todo el segundo piso estaba desprovisto de ventanas, no había un solo agujero por donde se colara la luz, mi padre se había asegurado de eso ya que no podía comprar una casa con sótano para vivir.
Esta casa no se parecía en nada a la que estaba habitando por cuenta propia, con mi familia nunca había podido crecer, no podía mostrarme como era de verdad, siempre manteniendo secretos detrás de la puerta de mi habitación, todo oculto siempre.
—No eres el primero en intentarlo, —murmuró Arnau en cuanto abrió la puerta de su habitación.
—Lo sé, por eso no lo estoy intentando, —le contestó una voz desde la oscuridad.
—¿Quién fue esta vez? ¿Nicholai? ¿Desirée?
—A esos no los conozco, estoy aquí por cuenta propia.
—Creía haberlo visto todo, pero estaba equivocado, has atrapado mi atención, ¿qué tienes en tu defensa?
—¿Una bandera blanca?
—Muy chistoso, no tengo tiempo para juegos, tengo trabajo que hacer.
—Alis, Gwennie, Ingrid, Micaela, Seth, Besarion, Mara, Catalia, Ione. —Enumeró—. Todos de Dextor, clase alta entra la baja. Sé muy bien cuál es ese trabajo que tiene que hacer.
—Veo que tienes buena memoria.
—Yo fui el que mandó a matar a todas esas personas, me impacienté porque no morían entonces vine aquí y descubrí que no había recibido mi correo, luego averigüé que estaba en Salmedra por un tiempo y decidí esperarlo.
»He tenido tiempo para pensar las cosas con claridad y he llegado a una decisión que lo involucra, nos involucra.
—¿Ah, sí? ¿Y cuál sería esa decisión tan importante que provoco que me tuviera que esperar tantos días en la oscura suciedad de la granja de mis padres? —Me mofé.
—Trabajaré a su lado, aprenderé a ser un asesino y viviré mi vida libremente, yo… —la voz se detuvo por mi risa.
Sí, me estaba riendo, reía con gran fuerza, de una forma estridente, después de varios años sin hacerlo, reía de verdad, no esa risa fingida que se hace en público para satisfacer a alguien y engañar a otro, sino una risa frenética, incontrolable.
Corrí y sujeté su cuello con una mano, lo apreté contra la pared con fuerza, me acerqué lo suficiente a su oído y a su garganta como para demostrar mi punto.
—¿Alguna vez has matado a alguien? ¿Has visto como la vida escapa de los ojos de tu víctima? ¿Sabes lo que es saber que las personas murieron en tus manos por tu culpa? —Susurré intentando asustarlo, pero no sentía que fuera afectado, parecía calmo—. Pagarle a alguien para que acabe con la vida de otro no es lo mismo a matarlo con tus propias manos. Sentir la sangre de tu víctima escapar con todo resto de vida de su cuerpo.
»Repito, ¿alguna vez has matado a alguien?
Sentí como respiro hondo, era la única señal de que había logrado afectarlo con mis palabras, tenía que admitir, tenía valentía, o mucha estupidez.
—No he acabado con mi familia. No he matado a mis amigos más cercanos. No he asesinado a desconocidos, —aclaró.
—Entonces sí lo has hecho.
Sentí como se puso rígido, había adivinado, sus palabras bien escogidas eran claras, no había duda de que intentaba ocultar algo inútilmente. No pude reprimir la sonrisa que me cubrió los labios, estaba disfrutando ese momento.
—Sí, lo he hecho. Aunque fue más error que algo planeado. Pero… pero…
—Pero lo disfrutaste de todas formas, —terminé por él y supe que había adivinado ya que no respondió—. Dime, ¿a quién?
—Gerhard.
—Siempre me había preguntado cómo había muerto ese bastardo. Así que vienes de Helcron, entonces dime, ¿por qué me mandaste todas estas víctimas de la sucia Dextor?
—Me robaron, no podía permitir que se salieran con la suya.
—Buen motivo, claro está. ¿Cómo lo mataste?
—Yo… —suspiró—. Yo estaba enfrascado en una pelea antes del amanecer cuando él apareció e intentó detenerme, lo dejé inconsciente y huí, pocas horas después nos informaron que su cadáver había aparecido. Incineración a causa de exponerse directamente bajo los rayos del sol, yo lo dejé ahí a morir.
—Creo que eso basta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario