Capítulo I: Dos semanas
antes
La luz roja relucía sobre la
puerta con el letrero amarillo. “La casa del ángel caído”. También conocida
como “La casa del secreto”.
Estaba sentado a oscuras frente
al prostíbulo, observando quienes entraban y salían, podía ser la casa del
secreto, pero mientras observase la entrada ya no había secretos. Conocía a
muchos de los que entraban confiados.
De nuevo no podía dormir.
Me escabullí fuera del palacio
como hacía tantas noches, pero esta decidí solo permanecer sentado y descubrir
los secretos de los demás. No buscaba placer ni poder, solo permanecía en
silencio esperando por algo, pero sin saber qué. Miré el cielo, la luna relucía
en el centro del cielo, se veía tan roja como la sangre, mucho decían que era
un mal augurio, un maldición; otros solo la considerábamos encantadora y
diferente.
Bajé la mirada en cuanto escuché
las pisadas, creí que sería otro cliente del burdel, en su lugar descubrí a una
dama caminar entre las sombras, iba vestida de negro, pero sus labios se veían
de un rojo imposible. Su forma de andar era tan delicada y fuerte a la vez.
Toda ella se veía perfecta.
Vampiro, pensé.
Solo los vampiros podían caminar
con tanta confianza en la noche, el momento en que su vida se desarrollaba era
en esas pocas horas sin luz solar. En Traslum normalmente había pocos vampiros,
pero junto con la familia real muchos vinieron a celebrar la fiesta en honor al
compromiso del príncipe nefilim y la princesa vampírica.
Sí, la princesa y yo.
Oh, querida política, gracias a
ésta estaba comprometido en matrimonio con una vampiresa, la cual podría
simplemente acabar con mi vida si lo deseaba. Junto a este matrimonio arreglado
venía también la herencia familiar.
Traslum y Helcron se unirían, el
reino nefilim se uniría al vampírico, hijos de los ángeles unidos a hijos de la
noche, ¿podía haber algo peor? Sí. La coronación de la nueva pareja se
celebraría poco después del matrimonio, eso significaba que sería rey en contra
de mi voluntad.
Suspiré mientras la vampiresa
pasaba frente a mí sin detenerse a comprobar quien era el extraño que se
escondía en las sombras.
Hice cálculos mentales, tenía
dos semanas antes de la fiesta y muchos preparativos que hacer, tal vez todavía
no era muy tarde.
Todavía debía dormir un poco, no
podía amanecer sin haber conciliado el sueño. Me puse en pie y me acerqué al
farolillo rojo, abrí la puerta al mundo del secretismo, del anonimato y me
entregué al placer que podría sentir por algunos momentos.
-¡Derek! Despierta, ¿qué haces
en la cama?
Bien mi madre había decidido que
ya había dormido suficiente, aunque ella no sabía que solo me había perdido en
la inconsciencia por dos horas esa noche. Últimamente estaba histérica, todo
debe ser perfecto para la fiesta de compromiso, solía decir tan a menudo que
nadie le ponía atención.
Me giré y cubrí con las cobijas
totalmente, había cerrado la puerta con llave en cuanto llegué, por lo que
decidí no levantarme y dormir un poco más, lo cual era difícil por todos los
golpes contra la puerta de mi habitación.
-Bien, sigue durmiendo, nosotros
buscaremos a la princesa sin tu ayuda.
Abrí los ojos de golpe. Miré por
la ventana, no quedaba más de una hora antes del amanecer, no había dormido dos
horas, ni siquiera cinco minutos. Me levantó tan rápido como pude y abrí la
puerta de par en par.
-¿Qué pasó?
-Bueno, anoche le dijo a su
padre que quería conocer la ciudad, se fue con algunos guardias, pero logró
escapar, y ya casi amanece, los guardias han buscado por todos lados. Según su
padre anda con un vestido negro.
-Maldición. Voy de inmediato.
Cerré la puerta con fuerza
frente a mi madre, dejándola fuera mientras me vestía un poco. No podía ser la
chica que había visto frente al burdel.
Corrí hacia mi salida secreta,
así llegaría más rápido a la ciudad. Los conocidos atajos hacia la zona roja
pasaron a mí alrededor sin que los notase. Pensé en lo histérica que se pondría
mi madre cuando se enterase de que había salido sin guardias. Bueno, ya son dos
miembros de la realeza que están completamente solos.
Me detuve frente a “La casa del
ángel caído”, el rastro de poder vampírico todavía se podía percibir. Utilice
mis poderes de nefilim, lo que me permitió seguir el rastro cada vez más fuerte.
-¿Princesa?-pregunté, la sombra
que estaba observando la ciudad no se movió, pero sí habló con una voz suave,
dulce y melódica.
-Eso fue rápido, y justo a
tiempo, diría yo, pronto amanecerá.
-¿Por qué ha huido?
-¿Cuál es el nombre de mi salvador?-preguntó
ignorando mi pregunta.
-Derek. Solo Derek.
-Muy bien, solo Derek, ya que
sabe quien soy podríamos irnos al Palacio, aquí hace mucho frío y mis padres
deben haber enloquecido. En cuanto a su pregunta, creo que sabe la respuesta,
pasar por ciertas zonas de esta ciudad me hubiese resultado imposible con mi
guardia personal. ¿Le gustan los farolillos rojos, príncipe?
Me quedé perplejo ante sus
palabras, me había reconocido frente al burdel, y ahora también lo hacía, no
había visto mi rostro en ninguna ocasión pero sabía quién era. No se me ocurrió
que contestar, la sorpresa me había tomado desprevenido.
-No diré nada a cambio de su
silencio sobre mis visitas nocturnas a la ciudad, ¿trato?-exclamó mientras se
giraba.
Sus labios seguían tan rojos y
atrayentes como antes, pero esta vez solo pude concentrarme en sus ojos, esos
grandes ojos turquesa, sabía que los irises se podían convertir en simples
líneas turquesa brillantes, al igual que le pasaba a todos los vampiros por la
sed de sangre, siempre me había parecido extraño. Pero sus ojos ejercían un
poder hipnótico sobre mí, no podía dejar de verlos.
-Por aquí, la acompañaré hasta
el palacio-logré decir después de un rato.
Una sonrisa curvó sus labios
rojos.
-Sobre lo de antes.
-No sé a qué se refiere,
princesa.
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