martes, 26 de febrero de 2013

Capítulo I: Derek


Capítulo I: Dos semanas antes
La luz roja relucía sobre la puerta con el letrero amarillo. “La casa del ángel caído”. También conocida como “La casa del secreto”.
Estaba sentado a oscuras frente al prostíbulo, observando quienes entraban y salían, podía ser la casa del secreto, pero mientras observase la entrada ya no había secretos. Conocía a muchos de los que entraban confiados.
De nuevo no podía dormir.
Me escabullí fuera del palacio como hacía tantas noches, pero esta decidí solo permanecer sentado y descubrir los secretos de los demás. No buscaba placer ni poder, solo permanecía en silencio esperando por algo, pero sin saber qué. Miré el cielo, la luna relucía en el centro del cielo, se veía tan roja como la sangre, mucho decían que era un mal augurio, un maldición; otros solo la considerábamos encantadora y diferente.
Bajé la mirada en cuanto escuché las pisadas, creí que sería otro cliente del burdel, en su lugar descubrí a una dama caminar entre las sombras, iba vestida de negro, pero sus labios se veían de un rojo imposible. Su forma de andar era tan delicada y fuerte a la vez. Toda ella se veía perfecta.
Vampiro, pensé.
Solo los vampiros podían caminar con tanta confianza en la noche, el momento en que su vida se desarrollaba era en esas pocas horas sin luz solar. En Traslum normalmente había pocos vampiros, pero junto con la familia real muchos vinieron a celebrar la fiesta en honor al compromiso del príncipe nefilim y la princesa vampírica.
Sí, la princesa y yo.
Oh, querida política, gracias a ésta estaba comprometido en matrimonio con una vampiresa, la cual podría simplemente acabar con mi vida si lo deseaba. Junto a este matrimonio arreglado venía también la herencia familiar.
Traslum y Helcron se unirían, el reino nefilim se uniría al vampírico, hijos de los ángeles unidos a hijos de la noche, ¿podía haber algo peor? Sí. La coronación de la nueva pareja se celebraría poco después del matrimonio, eso significaba que sería rey en contra de mi voluntad.
Suspiré mientras la vampiresa pasaba frente a mí sin detenerse a comprobar quien era el extraño que se escondía en las sombras.
Hice cálculos mentales, tenía dos semanas antes de la fiesta y muchos preparativos que hacer, tal vez todavía no era muy tarde.
Todavía debía dormir un poco, no podía amanecer sin haber conciliado el sueño. Me puse en pie y me acerqué al farolillo rojo, abrí la puerta al mundo del secretismo, del anonimato y me entregué al placer que podría sentir por algunos momentos.

-¡Derek! Despierta, ¿qué haces en la cama?
Bien mi madre había decidido que ya había dormido suficiente, aunque ella no sabía que solo me había perdido en la inconsciencia por dos horas esa noche. Últimamente estaba histérica, todo debe ser perfecto para la fiesta de compromiso, solía decir tan a menudo que nadie le ponía atención.
Me giré y cubrí con las cobijas totalmente, había cerrado la puerta con llave en cuanto llegué, por lo que decidí no levantarme y dormir un poco más, lo cual era difícil por todos los golpes contra la puerta de mi habitación.
-Bien, sigue durmiendo, nosotros buscaremos a la princesa sin tu ayuda.
Abrí los ojos de golpe. Miré por la ventana, no quedaba más de una hora antes del amanecer, no había dormido dos horas, ni siquiera cinco minutos. Me levantó tan rápido como pude y abrí la puerta de par en par.
-¿Qué pasó?
-Bueno, anoche le dijo a su padre que quería conocer la ciudad, se fue con algunos guardias, pero logró escapar, y ya casi amanece, los guardias han buscado por todos lados. Según su padre anda con un vestido negro.
-Maldición. Voy de inmediato.
Cerré la puerta con fuerza frente a mi madre, dejándola fuera mientras me vestía un poco. No podía ser la chica que había visto frente al burdel.
Corrí hacia mi salida secreta, así llegaría más rápido a la ciudad. Los conocidos atajos hacia la zona roja pasaron a mí alrededor sin que los notase. Pensé en lo histérica que se pondría mi madre cuando se enterase de que había salido sin guardias. Bueno, ya son dos miembros de la realeza que están completamente solos.
Me detuve frente a “La casa del ángel caído”, el rastro de poder vampírico todavía se podía percibir. Utilice mis poderes de nefilim, lo que me permitió seguir el rastro cada vez más fuerte.
-¿Princesa?-pregunté, la sombra que estaba observando la ciudad no se movió, pero sí habló con una voz suave, dulce y melódica.
-Eso fue rápido, y justo a tiempo, diría yo, pronto amanecerá.
-¿Por qué ha huido?
-¿Cuál es el nombre de mi salvador?-preguntó ignorando mi pregunta.
-Derek. Solo Derek.
-Muy bien, solo Derek, ya que sabe quien soy podríamos irnos al Palacio, aquí hace mucho frío y mis padres deben haber enloquecido. En cuanto a su pregunta, creo que sabe la respuesta, pasar por ciertas zonas de esta ciudad me hubiese resultado imposible con mi guardia personal. ¿Le gustan los farolillos rojos, príncipe?
Me quedé perplejo ante sus palabras, me había reconocido frente al burdel, y ahora también lo hacía, no había visto mi rostro en ninguna ocasión pero sabía quién era. No se me ocurrió que contestar, la sorpresa me había tomado desprevenido.
-No diré nada a cambio de su silencio sobre mis visitas nocturnas a la ciudad, ¿trato?-exclamó mientras se giraba.
Sus labios seguían tan rojos y atrayentes como antes, pero esta vez solo pude concentrarme en sus ojos, esos grandes ojos turquesa, sabía que los irises se podían convertir en simples líneas turquesa brillantes, al igual que le pasaba a todos los vampiros por la sed de sangre, siempre me había parecido extraño. Pero sus ojos ejercían un poder hipnótico sobre mí, no podía dejar de verlos.
-Por aquí, la acompañaré hasta el palacio-logré decir después de un rato.
Una sonrisa curvó sus labios rojos.
-Sobre lo de antes.
-No sé a qué se refiere, princesa.

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