Capítulo IV: Una semana después
—Mis padres no dejarán su muerte sin venganza, buscaran hasta
encontrar quien la asesinó, puede que pronto nos encuentren o puede que ya lo
hayan hecho.
—Tanta preocupación es innecesaria, Axel, ellos están detrás de un
asesino, no de su propio hijo, —dije con voz cansada, ya no quería escuchar sus
quejas, había pasado toda la semana preocupándose por eso.
—Bueno, el problema está en que estoy viviendo con un asesino.
—Un asesino a sueldo, no creo que piensen que alguien quería matar a
su preciada hija, creerán que fue un fatídica coincidencia.
—Bien, pero si aparecen y nos atacan no digas que no…
La frase quedó cortada por un fuerte sonido en la puerta delantera.
Estábamos en la granja entrenando, el lugar más tranquilo que se podía
encontrar en todo Dextor, nadie se atrevía a visitar la granja sin algún
motivo, eso fue lo que causó que Arnau se sobresaltará, no esperaba que nadie
los molestase ese día, y mucho menos en ese lugar.
Las armas aparecieron en nuestras manos con gran velocidad y nos
mezclamos con las sombras, buscando a nuestros atacantes. Escuchaba las pisadas
en el nivel inferior, los pies que no conocían esta madera la hacían crujir con
cualquier mínimo movimiento. Al parecer Axel tenía razón, odiaba que tuviera
razón, si sobrevivíamos a esto se pondría insoportable.
Esperé junto a las escaleras escondido en las sombras, Axel estaba
frente a mí, estaba claro que los atacantes sabían que estábamos en la casa,
pero no sabían en qué punto exacto nos encontrábamos en ese instante, pero yo
sí sabía dónde estaban ellos, los escuché subir las escaleras con cuidado, pero
sus pisadas hacían crujir la madera vieja. Indiqué con los dedos un tres, Axel
asintió e indicó un uno a su vez, esta vez yo asentí, tenía que atacar a dos
enemigos mientras él se encargaba de uno, el problema sería evitar que dos
fueran contra él, en ese caso habría problemas.
Era hora de actuar, todas las técnicas de pelea recorrieron mi mente, llenándola,
sospeché que lo mismo sucedía en la cabeza de Axel, cuerpos tensos, listos para
pelear.
Y los vi. Eran tres enormes vampiros con armas rudimentarios, asesinos
novatos que se creían lo suficientemente fuertes como para acabar con un
profesional y su aprendiz.
Dejé que subieran más y me colé a sus espaldas. El primer golpe fue
contra la espalda del que parecía ser el líder, soltó un gruñido y el caos se
desató.
Colmillos, sangre, golpes, patadas, ataques… Las cosas sucedían tan
rápido que costaba seguir el ritmo, en un momento estaba peleando contra uno,
al siguiente pateaba a otro. Sentía los golpes pero no me dolían. La furia
vampírica estaba desatada. Axel y yo peleando como un equipo contra tres
contrincantes individuales, era evidente que era la primera vez que trabajaban
juntos.
Sentí un verdadero ataque vampírico en el brazo, los dientes lacerándome
la piel expuesta del antebrazo, eso no tendría perdón, moriría por haberme
mordido.
Ataque al tipo que me había mordido, rodamos por el suelo, sentía los
golpes, los gruñidos retumbaban a través de mí. Perdí un cuchillo que quedó
enterrado en la garganta de tipo sobre mí. Me lo quité de encima con un
gruñido, la sangre me caía por el brazo, tenía un corte en la cabeza, mi vista
estaba cubierta por una película roja, todo tenía un tinte rojo, la sangre se
veía brillante, todo menos los ojos turquesa.
Todo, incluso los dos tipos que habían acorralado a Axel contra la
pared, maldición, lo dejé solo, un novato contra dos novatos, corrí y salté
sobre uno de los atacantes en el momento en que el otro atacaba la garganta de
Axel intentando morderlo. Tiré mi último cuchillo contra la cabeza del vampiro
que iba contra Axel y sentí la embestida del otro, perdí el aire y caí de
espaldas sobre el suelo con la enorme bola de músculos sobre mí, me golpee la
cabeza con fuerza ocasionando que el rojo en mi vista se llenara de manchas
negras, podría jurar que en ese momento escuché pájaros cantar y que vi estrellas
flotar sobre mi cabeza.
Apreté los dientes con fuerza y obligué a mi cuerpo a moverse. No
tenía armas, estaba golpeado y había perdido sangre, mi única esperanza era
haber acabado con el otro vampiro para dejarle libre el camino a Axel y que
pudiera venir en mi ayuda. Odiaba admitir que ocupaba ayuda, pero la fuerza se
me estaba agotando cada vez más rápido.
Doblé la rodilla y le di en las costillas al tipo sobre mí, lo golpee
con menos fuerza de la esperada, pero no me iba a rendir, seguiría luchando
aunque muriera en el intento.
El peso sobre mí desapareció permitiéndome respirar, era extraño, no
había sentido que me hacía falta el oxígeno, me giré y escupí un poco de
sangre. Escuché que la batalle seguía pero el sonido era más débil, solo dos
voces gruñendo.
Me agarré el abdomen con un brazo mientras me ponía en pie, no me
quedaría en el suelo para que me siguieran golpeando. Mis piernas estaban
débiles pero lograron sostener mi cuerpo, no caería, no lo haría.
Apoyé la mano libre en la pared más cercana y volví a escupir más
sangre que se había acumulado en mi boca. Enfoqué la vista y logré ver que la
lucha entre Axel y el desconocido estaba bastante mal: ambos estaban sin armas.
Me acerqué al primer asesino que maté y arranqué el cuchillo que había
dejado en su garganta. No podía fallar.
Apunté lo mejor que pude y tiré el cuchillo.
Axel lo agarró, claro que había apuntado mal, pero no había sido una
acción inútil. Vi como el arma se enterraba en la mandíbula del novato hacia
arriba, era un arma larga, pudo haber llegado a su cerebro, pero eso no
importaba mucho, había muerto.
Me tiré apoyado contra la pared, Axel cayó junto a mí, heridos, pero vivos.
—Te debo mi vida.
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